INDICATORS ON VIERA VIDENTE YOU SHOULD KNOW

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Por ese motivo en el capítulo III bajo el título de “Romanticismo y misticismo”, se examinará la relación de familiaridad que existe entre los románticos alemanes y franceses, y el proceso universal de la mística cuya escala, orientándose desde lo producido agotado y efímero, se levanta hacia los principios productores, desde los seres naturales a la naturaleza misma y desde ésta a sus gérmenes eficientes. El alma del mundo es la verdadera fuente vivificante y tras ella reina la totalidad una y el Uno inefable. Plotino, Meister Eckhart y los neoplatónicos teúrgicos como Jámblico de Calcis y Sinesio de Cirene padres de la oniromancia y la onirocrisia, y el mismo Shankaracharya, maestro de la no dualidad del Vedânta, son en este punto los guías y psicopompos universales. Unos versos de William Blake sirven para ilustrar esta atmósfera romántica que reposa en tan dignos antepasados: “Ve un mundo en un grano de arena/ y un cielo en una flor silvestre. / Ten el infinito en la palma de una mano/ y la eternidad en una hora” (p. fifty nine). El lugar prototípico alcanzado por Novalis ejemplifica convenientemente la exaltación de la introspección ascética que profetiza el renacimiento divino de lo que es el hombre, porque: “Dios quiere dioses” (p.

       El ocultismo –escribe Amadou en su noteworthy ensayo sobre el tema– es el conjunto de las doctrinas y de las acciones fundadas en la teoría según la cual, todo objeto pertenece a un conjunto único y posee con todos y cada uno de los elementos de dicho conjunto relaciones necesarias, intencionales, no temporales y no espaciales.16

El deseo supremo y desconocido de los hombres parece siempre haber tendido a aumentar esa conciencia trascendental”­.1

Aurelia es una obra sin antecedentes en las letras francesas. Gerardo le ha conferido una misión que trasciende el marco de lo puramente artworkístico. Mediante el encantamiento literario pretende concretar un descenso a lo desconocido, “abrir puertas” en el muro que lo separa del universo invisible. Para ello, habrá de valerse del sueño que pone al hombre en comunicación con el reino de los espíritus.

Daumal coincide con Gurdjieff en que los “yo” sucesivos que conforman nuestra personalidad convencional deben sacrificarse a fin de que aparezca lentamente, detrás de esas fugaces imposturas, el verdadero “yo”, radicalmente distinto. Es preciso luchar contra esas apariencias, pues en medio del combate espiritual se va creando la substancia del auténtico “yo”.

El hombre posee una meta inside y es preciso ir hacia ella, hacia el Hombre del Reino. Como Artaud, habrá que experimentar “esa especie de disminución constante del nivel typical de la realidad”; sentir que el universo posee nuevo significado, que el conocimiento sensorio del mundo exterior no es el único posible y que tras la realidad cotidiana exis­te un orden top-quality de realidad, una superrealidad que explica a este mundo imperfecto de opuestos y contradicciones.

Al transcribirlos, los poetas surrealistas se proponen ampliar los límites de su conciencia, creando nuevas concepciones y liberando­ al pensamiento de las acostumbradas cate­gorías de percepción en el espacio y el tiempo. Actúan­ con la secreta esperanza de captar fragmentos del universo true y superar las antinomias de “la vigilia y el sueño, lo objetivo y lo subjetivo, la percepción y la representación, el pasado y el futuro, e inclusive la vida y la muerte”.

Influído por el “poder sagrado del opio”, la leyenda de Poe, Baudelaire ha querido atisbar un instante el paraíso, mediante la experiencia synthetic. Se abre entonces la posibilidad de utilizar la vía descendente de los alucinógenos. Sin embargo, a pesar de sus visitas al “club de los comedores de haschich” fundado por Gautier, puede afirmarse que su frecuentación de las drogas fue una breve y circunstancial concesión a un atractivo mito romántico.

       Entregados a todo cuanto se agita y se sucede en torno nuestro, afectados por el pájaro que pasa, la piedra que cae, el viento que muge, la nube que avanza; accidentalmente modificados en esta esfera siempre móvil, somos lo que nos hacen ser la calma, la sombra, el ruido de un insecto, el olor que emana de una hierba, todo ese universo que vegeta y se mineraliza a nuestros pies; cambiamos según sus formas promptáneas, somos viera vidente movidos por sus movimientos, vivimos con su vida.2

El creador de Le contreciel (1936) y La Grande Beuverie (1938) pretende explicar por la poesía el todo del hombre y comienza por abandonarse a la escritura automática en un esfuerzo por liberar el subconsciente,­ pero con la secreta finalidad de poner en evidencia esa corriente engañadora que forma “la trampa incoherente de nuestra vida común” y poder aniquilarla para ir descubriendo los perfiles reales del “yo” superconsciente.

Admite el devenir y el fluir heracliteano,­ se complace en la cambiante multiplicidad de lo Uno en el mundo y busca participar en él y vivir sus transformaciones para hallar de esa manera la senda del retorno a la Unidad. El místico temporalista, al regresar de los niveles de la supraconsciencia, se considera un colaborador de las energías creadoras, un vidente capaz de descifrar los signos, y actuar en consecuencia interpretando los designios divinos.

       Es posible pensar durante mil años; es posible escribir bibliotecas completas, crear montones de teorías y hacerlo todo sumido en el más profundo de los sueños y sin posibilidad alguna de despertar.

Esas nostalgias pertenecen a lo más profundo de la vida espiritual y exponen al desnudo las secretas modalidades del ser. Mircea Eliade one considera que la existencia­ más mediocre está plagada de símbolos, de hierofanías­ en desuso y de mitos olvidados. “El hombre más realista vive de imágenes y la nostalgia más abyecta disfraza la nostalgia del paraíso”. Separar los entusiasmos y los sueños de lo concreto de la vida no corresponde a la realidad.

“Todo el universo seen no es más que un depósito de imágenes y signos” expresa Baudelaire, y su imaginación exacerbada recrea el universo de la Doctrina Secreta, el cosmos vivo de la tradición ocultista, que postula relaciones intrínsecas, esenciales y permanentes entre todos y cada uno de los objetos que lo integran.

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